04 Mar «La Punta del Iceberg.»
“La Punta del Iceberg.”
Por Ailyn Falk Aliaga.
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Las hipersensibilidades son un tema muy común y complejo dentro de la vida de una persona autista. Se presentan de manera muy distintas entre una persona autista y otra: pueden ser auditivas, olfativas, táctiles, del gusto, entre otras.
Son una forma de sentir distinta a las personas neurotípicas, porque sentimos las cosas de forma más potente al punto de que puede ser “doloroso” pero no es únicamente un dolor físico, también es un dolor psicológico.
Como persona autista tengo hipersensibilidad olfativa y auditiva, ambas se manifiestan de manera distintas y tengo mis formas de lidiar con ellas, pero aun así puedo decir que si pueden afectar mi vida personal.
En cuanto a mi hipersensibilidad olfativa, siento los olores de forma mucho más potente. A veces ni siquiera estoy cerca de alguna fuente de olor y ya puedo percibirlo desde donde estoy, cuando era niña, era más complicado y cansador, sobre todo para mis padres.
Ir a un restaurante, en aquel entonces, era algo difícil para mí y mi familia, pues cada vez que íbamos sentía muchas náuseas, esto debido a que yo percibía todos los olores que había en el restaurante.
El que mi olfato fuese más sensible y el que todos los aromas se mezclaran, hacía que me sintiera realmente enferma.
Esto se empezó a agudizar cada vez más, por lo que mis padres empezaron a buscar una forma de poder solucionarlo y que yo no tuviera tanto malestar. Así que cuando yo empezaba a sentirme mal, uno de mis padres me sacaba un rato del restaurante para que pudiera tomar un poco de aire fresco y una vez que me calmaba, volvíamos a la mesa y podía seguir comiendo con tranquilidad.
Recuerdo que mi mamá también a veces me ofrecía un trozo de limón, lo cual tranquilizaba mi malestar, porque era un olor suave y fresco para mí.
(Ahora entiendo: era como cuando tú vas a comprar un perfume y para neutralizar los olores te hacen oler un poco de café)
Cuando crecí un poco más, salía del restaurante, ya sea con mi hermano, e incluso sola, hasta que simplemente no necesité seguir saliendo.
Estas situaciones agotaban a mis padres y también a mí.
Pero el apoyo de ellos, propició que me sintiera más cómoda en el momento y también ayudó a que mi hipersensibilidad disminuyera con el paso del tiempo, pues cada vez podía estar más rato dentro del restaurante, de hecho, hoy en día, ya no necesito salir de ese tipo de lugares.
Ojo: esto no significa que ya no tenga mi hipersensibilidad olfativa, solo que esta se encuentra menos sensible en comparación a cuando era una niña.
Mi otra hipersensibilidad es auditiva, normalmente siento los sonidos o ruidos de forma más fuerte de lo común.
Esta es posiblemente la que más me acompaña hasta el día de hoy. Los ruidos muy fuertes y repetitivos como los de un taladro o una licuadora me molestan mucho, en algunos puntos puedo sentir que esto “duele”.
Esto también es algo muy presente en las situaciones sociales, lugares muy concurridos como la universidad, hacen que me sienta agobiada, tantas personas hablando al mismo tiempo, tener que escuchar al profesor, el compañero golpeando en forma repetitiva la mesa con su lápiz, las personas que pasan por fuera de la sala… Al escuchar todo de forma más potente y por prolongados períodos de tiempo, hace que me sienta agotada.
Es por eso que he buscado mis formas para ayudarme a no sentir tanto el ruido del ambiente y poder bajar mi estrés, así que comencé a usar audífonos. De hecho a veces ni siquiera tienen música, solo los uso como una forma de bloquear un poco el ruido y que mi hipersensibilidad se vea más reducida y en los casos en que el estrés sea demasiado, prefiero apartarme un rato e irme a un lugar tranquilo y con poco ruido. Es por esto que la biblioteca se volvió un lugar al cual yo iba seguido para poder calmarme y bajar el estrés. Son estas cosas sencillas las que me han ayudado en este tipo de situaciones donde puedo sentirme sobrepasada.
Sin embargo, cuando era pequeña no me daba cuenta de estas situaciones, ya que, no poseía la comprensión suficiente de las mismas, lo que sí sabía, era que sentía un gran malestar.
Aunque personalmente las hipersensibilidades no me desencadenaban una crisis, sí puedo entender cuando esto sucede.
Cuando un niño o niña autista tiene una desregulación emocional es porque algo pasa, está tratando de comunicar algo, algo le está “doliendo”.
La desregulación no es porque sea malcriado o mal portado, esto es solo la punta del iceberg y debajo de eso hay un motivo, una razón de este comportamiento.
Es importante que los padres, madres, cuidadoras o cuidadores, entiendan que esta no es una actitud antojadiza.
Realmente las hipersensibilidades pueden llegar a sobrepasarnos y en la niñez es muy difícil de explicar. Es por eso que es muy importante que cuando se presente una desregulación no se debe tratar de forma brusca, eso solo logrará alterar más.
Si está en un lugar concurrido es recomendable llevar al niño o niña a un espacio tranquilo, intentando alejarse de los estímulos del entorno, hablarle de forma calmada y preguntar de forma sencilla que siente: ¿Te duele?, ¿Te pica?, ¿Te molesta? O usar pictogramas para ayudar a comunicar sus emociones. Es importante tener paciencia, comprensión y cercanía, pero sin agobiar. (Demasiadas preguntas también agobian).
Sobre todo mantener la calma, expresar empatía. Eso ayudará a bajar mucho el nivel de estrés de toda la situación.
Las hipersensibilidades realmente afectan la calidad de vida, causa un agotamiento físico y mental, no es un asunto tan solo de comportamiento.
¡Insisto! No es que seamos personas caprichosas, mal portadas, malcriadas o pesadas. Es que nuestro procesamiento de la información del entorno es distinto y puede llegar a ser muy complicado, invalidante, “doloroso”.
La hipersensibilidad sensorial puede causar una desregulación emocional, o mal llamada “rabieta”, esta es una forma de comunicar y a la vez puede explicar ciertas actitudes como no soportar ciertas texturas o alimentos, evitar el contacto físico o cubrirse los oídos, entre otras.
Estos comportamientos son solo una respuesta a algo que nos está “doliendo”, lo que necesitamos en esta situación es comprensión y acompañamiento, no miradas enjuiciadoras o incrédulas.
Recordemos que esto es solo la punta del iceberg, te invito a mirar más allá del comportamiento, te invito a que seas parte del cambio, a que sumes y no restes, una mirada respetuosa y comprensiva puede mejorar nuestra calidad de vida y hacernos sentir parte de la sociedad.